Vecinos V y último.


La vida no es una rueda. La vida es una espiral que gira cada vez más rápido, hasta que acabas en el hoyo. Es por ello, que hay que aprovechar las cosas buenas que te ofrece la vida, y a veces, las mejores vienen como por casualidad.

Descubrir a Charlotte fue una de esas cosas. Podría haberme mudado a otro piso, o podríamos habernos mantenido como vecinos distantes. Pero la chispa había saltado, el pequeño milagro había ocurrido. Y desde entonces nuestros encuentros se volvieron frecuentes, pero casi como casuales. Lo bueno es que no había nada pactado o forzado. Las cosas fluían.

Con cierta frecuencia compartimos piso. Ya no sé donde tengo la ropa. Que si los calzoncillos están en el suyo, los pantalones en el mío. Sonrío al ver aparecer un sujetador debajo de mi cama o cuando se vuelve a su piso vestida con una de mis camisetas.

Pero lo que no me pasó desapercibido ni confuso, fueron “aquellos” calzoncillos. Al verlos supe de inmediato que eran mi famosa prenda desaparecida. Mientras ataba cabos en mi cabeza la miré. Ella bajó la vista… ¿Ruborizada? Me hizo tanta gracia y la vi tan mona, que en ese momento me di cuenta de lo que sentía por ella. Pero la pregunta era ¿Charlotte sentiría lo mismo? Lo dudaba, no daba muestras de ello.

Una mañana me llamó para desayunar. Hizo aquel gesto de recogerse el pelo que alzaba sus puntiagudos pechos al cielo. Ese gesto que marcaba sus pezones a través de su ropa. De una camiseta que rezaba “Puedo satisfacer todos sus vicios” – Joder… - Murmuré ante dicha visión y acudí raudo a su encuentro.

Besos, caricias, pero sobretodo miradas cómplices. Me propuso un plan y pensé “Mierda, justo esta tarde” Puse una excusa. Estar con ella estaba bien, pero me sentía emocionado con lo que había pensado hacer. Tiempo habría para ir a una exposición de esas. Por contra le dije de quedar esta noche, cuando ya estaría libre, y esta vez fue ella la que rechazó. En fin, resignación.

Horas más tarde, en el centro comercial, cuando iba a recoger lo que había encargado, me quedé pensando. ¿Se habría decepcionado cuando le dije que no podía? Me hubiese gustado verle la cara cuando abriese el paquete, pero tuve uno de mis impulsos y le mandé una foto con lo que le iba a comprar, antes de que lo envolvieran.


Comentarios

  1. Gracias Roland por haberme propuesto algo tan divertido.
    Descubrí un buen amigo...
    :)

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por aceptar. Ha sido un placer y si, nos llevamos una amistad :)

      Otro abrazo para ti!

      Eliminar
  2. A veces dar sorpresas conlleva momentos de incertidumbre para la otra parte, esperemos que la vida los siga enamorando Roland!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya que si jaja y si el final es feliz, mereció la pena. Gracias por el comentario :)

      Eliminar
  3. Muy divertido, me ha encantado leerlos, gracias!

    =)))

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola Roland!

    Qué lástima que se acabe la historia, al menos la escrita, porque por lo menos los protagonistas tienen la suya aún por escribir ^_^

    Me ha encantado leerla, además de este modo tan original con la doble versión de los mismos hechos. Da puntos de vista tan distintos y tan necesarios que hace que la historia estuviese redonda. ¡Enhorabuena a los autores!
    *Qm*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Poe!

      Bueno, termina un proyecto, pero empezarán otros. La colaboración fue tan buena, que seguro que caerá algo más. Pero ya se verá, sin prisa.

      Me alegro de que te gustara :*

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

El pájaro y la ardilla

Pasillo solitario

Oda a la oscuridad