Descenso a los infiernos (VII)

Comieron con el sonido del agua del riachuelo de fondo, era una comida ligera pero todo estaba apetitoso.

Cuando ya habían dado buena cuenta de todo apoyó su cabeza en el hombro del conde que comenzó a pasar sus dedos por la larga cabellera de la muchacha.

- Es extraño, tengo la sensación de que os conozco de algo o de cómo si os conociera de siembre.

El conde encantado de tenerla así respondió – quien sabe, quizás fuimos parientes en otra vida – y añadió – a veces me siento muy sólo, como si fuera preso de mi palacio

La profundidad de estas últimas palabras la hicieron estremecer, posó su mano en la rasposa mejilla de Nicolae y elevó la cabeza hasta que sus labios suaves como la brisa se posaron en los ardientes de él.

Bastó ese pequeño gesto para que ella soltara un ligerísimo gemido que vibró en la sensible piel del hombre despertando su contenida pasión.

En segundos la pareja rodaba por la hierba, sus bocas se necesitaban de forma ansiosa, se mordían, sus lenguas se mezclaban mientras la ropa iba volando por los aires de un lado a otro, no estaba claro si era pasión o una lucha.

Desprovistos de toda ropa el conde miró a su presa, ambos respiraban agitados y ella se aferraba a sus brazos de los que no podía ni quería escapar – Hazme tuya… - su cálido aliento rozó el rostro de su amante que dio por buenas sus palabras y con si inhiesto miembro se internó en el ya húmedo sexo que la muchacha que lo acogió como pudo.

- ¡Ah…! – Karina boqueó, buscó la mirada de aquel hombre y besó sus labios de nuevo, flexionó las piernas y sus tobillos se cerraron en torno a las posaderas de él, como si no le quisiera dejar escapar.

Él comenzó a mover sus caderas, primero despacio y luego cada vez más rápido, jadeaba sin cesar mirando a los ojos de su “victima” – Ya eres mía… - dijo como pudo y aumentó aun mas el ritmo, las caderas de ambos ya chocaban produciendo un seductor sonido y el placer que se proporcionaban ambos era enorme – Vamos, vamos, vamos…

Empujaba hacia arriba buscando el máximo placer para ella, los gemidos cada vez más elevados se perdían en la profundidad del bosque, hasta que ambos acabaron gritando bien fuerte, alcanzaron el orgasmo de forma simultánea, ella no protestó, clavó sus uñas en la espalda de su amante al tiempo que arqueaba su cuerpo sintiendo como se derramaba en su interior - ¡Nicolae!
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Pido disculpas por lo que tardé en publicar, perdí un poco la motivación, a ver si vuelvo a encaminar, saludos y gracias.

Comentarios

  1. ay me re gusto y no lo digo por cliche!! esta bueno es el tipo de lectuira que ami me gusta!! espero la proxima entrega!! por ciero el titulo esta espectacular!!

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  2. Muchas gracias! Es agradable encontrarse con un comentario, la verdad es que anima.

    A ver si me pongo y esta misma semana continúo la historia :)

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